Socialmente no hablando.
Socialmente no hablando no solo algunos no tienen cojones, la mitad no sabe ni lo que son. Y cuánta negación.
Ahora que se acerca la Navidad, y que algunos –curiosamente a los que no les falta pan en la mesa ni un solo día del año– irán predicando a los cuatro vientos que hay que ser solidarios, seamos serios señores, seamos hipócritas a la cara y no por la espalda.
Mientras algunos se toman en serio eso de estudiar, otros luchan por sobrevivir cada día. Por dar de comer a sus hijos, porque no les hayan quitado su cajero de siempre y porque las cuatro cosas que llevan en la mochila no se las hayan robado mientras rebuscan en la basura.
Porque es triste. Muy triste ver a una persona mayor buscando monedas de dos céntimos, que la gente tira porque da buena suerte. Y yo me lo creo, porque si no creo en la suerte ya no se en que creer.
Y mientras, invertimos en ¿progreso?
Al final suena hasta gracioso, veo en las noticias que la gente se suicida porque no sabe cómo sacar adelante su vida, veo que miles de hijos de puta salen a pasear a la calle como cualquier otro cuando tenían que estar siendo torturados. Veo y veo, y al final, estamos todos ciegos.
A ver si se equivocaron y resulta que la ignorancia que apuntaba al fin del mundo en el 2012 se ha coronado y, visto lo visto, el fin parece estar cerca en el 2013 y así, de paso, hacemos uso del tópico de la mala suerte.
Feliz no socialmente hablando, porque la sociedad murió en el primer céntimo invertido en un arma.
